A diferencia de la Biblia, los registros antiguos tienen muy poco que decir acerca de la caída del hombre en el pecado.
Esta dolorosa experiencia, tan energicamente narrada en Génesis 3, raramente encuentra una reflexión por parte del mundo antiguo.
Unicamente un poema sumerio bilingüe dice, en su parte preservada:
“la doncella comió de lo que estaba prohibido; y la doncella, la madre del pecado, hizo lo malo; la madre del pecado tuvo una dolorosa experiencia”.*
Esta breve declaración parece referirse a los sucesos narrados en Génesis 3, cuando Eva, la compañera de Adán, trajo una maldición sobre ella, sobre su esposo y sobre su descendencia, por prestar oído a la voz encantadora de la serpiente y comer del fruto prohibido del “árbol de la ciencia del bien y del mal”.
Por esta razón ella no sólo se convirtió en el primer ser humano pecador sino en “la madre del pecado”, según la llama el poema sumerio citado.
Esta caída en el pecado trajo consigo no solamente la pérdida de la inocencia y del paraíso, sino también el alumbramiento doloroso, el trabajo difícil para el hombre, una verdadera – “dolorosa experiencia” – y, finalmente, la muerte.
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* Alfred Jeremias, Das Alte Testament im Lichte des Alten Orients, (4ª edic. Leipzig, 1930), p. 99.