Un texto sumerio contiene una discusión entre el dios babilonio Marduk, y su padre Ea.
Marduk, de acuerdo con este texto, profundamente conmovido por la miseria de la raza humana, buscaba un remedio para ayudarla. Por lo tanto le dijo a su padre:
“Una maldición semejante a un demonio ha caído sobre el hombre, tristeza y dificultades han descendido sobre él, y lo han sacrificado como un cordero”, y que, como resultado, “su dios y su diosa guardiana lo habían abandonado”.
Después, como un verdadero intercesor por el hombre, suplica repetidamente a su padre, y le pide consejo para curarlo o redimirlo. Y Ea le responde:
“Oh, hijo mío Marduk, ¿qué puedo yo decirte que tú no sepas? Lo que yo sé, tú lo sabes; anda, hijo mío Marduk, llévalo a la casa de la purificación; quita de él la maldición”.*
Este texto toca una nota muy agradable al lector moderno, porque encontramos aquí, en la imaginación del antiguo escritor, un dios interesado en el estado pecaminoso del hombre y preocupado por su salvación.
Esto demuestra que en la antigua Babilonia el hombre sentía que vivía bajo una maldición, un hechizo del cual podía librarlo únicamente un acto divino de purificación.
------------------------------------------
*L. W. King, Babylonian Religion and Mithology, (Londres, 1899), pp. 207-208.
Marduk, de acuerdo con este texto, profundamente conmovido por la miseria de la raza humana, buscaba un remedio para ayudarla. Por lo tanto le dijo a su padre:
“Una maldición semejante a un demonio ha caído sobre el hombre, tristeza y dificultades han descendido sobre él, y lo han sacrificado como un cordero”, y que, como resultado, “su dios y su diosa guardiana lo habían abandonado”.
Después, como un verdadero intercesor por el hombre, suplica repetidamente a su padre, y le pide consejo para curarlo o redimirlo. Y Ea le responde:
“Oh, hijo mío Marduk, ¿qué puedo yo decirte que tú no sepas? Lo que yo sé, tú lo sabes; anda, hijo mío Marduk, llévalo a la casa de la purificación; quita de él la maldición”.*
Este texto toca una nota muy agradable al lector moderno, porque encontramos aquí, en la imaginación del antiguo escritor, un dios interesado en el estado pecaminoso del hombre y preocupado por su salvación.
Esto demuestra que en la antigua Babilonia el hombre sentía que vivía bajo una maldición, un hechizo del cual podía librarlo únicamente un acto divino de purificación.
------------------------------------------
*L. W. King, Babylonian Religion and Mithology, (Londres, 1899), pp. 207-208.