Desde entonces se ha realizado una gran tarea. Ha sido especialmente fructífera la obra de Schrader, Delitzsch y Landsberger y sus escuelas. Se han descubierto diferencias dialectales, se han descifrado nuevas formas de escritura y se han escrito gramáticas y diccionarios cuneiformes.
Un diccionario científico asirio, de varios tomos, ha sido publicado por la Universidad de Chicago, como fruto del trabajo concienzudo de más de una docena de eruditos que se ocuparon en esta empresa durante más de 30 años.
Así se han resucitado el idioma y los escritos de los antiguos sumerios, babilonios, asirios, hurritas, elamitas, persas y otras naciones más pequeñas de la Mesopotamia y regiones adyacentes.
Un siglo de investigaciones y paciente labor nos ha dado todos los instrumentos necesarios para leer y comprender las obras legales, religiosas, históricas y literarias de esas antiguas naciones.
Además, ha permitido reconstruir su historia y religión y ha proporcionado valioso material básico para estudios bíblicos y para confirmar muchos relatos del Antiguo Testamento atacados por los críticos.
Sin embargo, debemos dejar a los lingüistas para repasar la obra de los arqueólogos, quienes desde mediados del siglo XIX nos han proporcionado el grueso del material que los eruditos de la escritura cuneiforme leen, traducen e interpretan.
Un diccionario científico asirio, de varios tomos, ha sido publicado por la Universidad de Chicago, como fruto del trabajo concienzudo de más de una docena de eruditos que se ocuparon en esta empresa durante más de 30 años.
Así se han resucitado el idioma y los escritos de los antiguos sumerios, babilonios, asirios, hurritas, elamitas, persas y otras naciones más pequeñas de la Mesopotamia y regiones adyacentes.
Un siglo de investigaciones y paciente labor nos ha dado todos los instrumentos necesarios para leer y comprender las obras legales, religiosas, históricas y literarias de esas antiguas naciones.
Además, ha permitido reconstruir su historia y religión y ha proporcionado valioso material básico para estudios bíblicos y para confirmar muchos relatos del Antiguo Testamento atacados por los críticos.
Sin embargo, debemos dejar a los lingüistas para repasar la obra de los arqueólogos, quienes desde mediados del siglo XIX nos han proporcionado el grueso del material que los eruditos de la escritura cuneiforme leen, traducen e interpretan.