Los registros rescatados de los montículos de arena del mundo antiguo no nos presentan un cuadro claro de los comienzos de este mundo, la creación del hombre y los animales, de las condiciones sin pecado que reinaban en el paraiso, la caída del hombre en el pecado, la destrucción de la raza humana por medio del diluvio y el esparcimiento de las naciones.
Sin embargo, contienen algunos recuerdos vagos del conocimiento de estos primeros sucesos, como puede verse por los breves ejemplos presentados. Tampoco se hace mención de las historias de Babilonia y Egipto acerca de la creación, las cuales muestran en algunas partes una remota similaridad con la narración bíblica de la creación.
Además los registros citados no dicen nada acerca de la gran longevidad de los antediluvianos, ni que inventaran la metalurgia, construyeron ciudades y comenzaran a vivir en comunidades, tal como aparece en los primeros capítulos del Génesis.
Sin embargo, se ha citado lo suficiente como para mostrar que los antiguos tenían algún conocimiento vago de las condiciones dichosas del paraiso perdido, que conocían algo acerca de la entrada del pecado en el mundo y estaban profundamente conscientes de su condición pecaminosa, deseando al mismo tiempo salir de alguna manera de esta deplorable condición de enfermedad, desgracia y muerte, y que tenían una tradición muy arraigada en el cataclismo prehistórico del diluvio.
Sin embargo, contienen algunos recuerdos vagos del conocimiento de estos primeros sucesos, como puede verse por los breves ejemplos presentados. Tampoco se hace mención de las historias de Babilonia y Egipto acerca de la creación, las cuales muestran en algunas partes una remota similaridad con la narración bíblica de la creación.
Además los registros citados no dicen nada acerca de la gran longevidad de los antediluvianos, ni que inventaran la metalurgia, construyeron ciudades y comenzaran a vivir en comunidades, tal como aparece en los primeros capítulos del Génesis.
Sin embargo, se ha citado lo suficiente como para mostrar que los antiguos tenían algún conocimiento vago de las condiciones dichosas del paraiso perdido, que conocían algo acerca de la entrada del pecado en el mundo y estaban profundamente conscientes de su condición pecaminosa, deseando al mismo tiempo salir de alguna manera de esta deplorable condición de enfermedad, desgracia y muerte, y que tenían una tradición muy arraigada en el cataclismo prehistórico del diluvio.