Cuando Jacob se encontró con Labán después de su fuga, se quejó de que había sido forzado a huir por pérdidas habidas en los rebaños de Labán, pérdidas de las cuales él no había sido responsable:
"Nunca te traje lo arrebatado por las fieras: yo pagaba el daño; lo hurtado así de día como de noche, a mí me lo cobrabas" (Génesis 31: 39).
Jacob tenía una base legal de queja contra Labán por cobrarle la pérdida de los animales arrebatados por las fieras o los ladrones. La leyes de ese tiempo eran bien claras en cuanto a esto. Un pastor tenía que pagar únicamente las perdidas que resultaran de su negligencia (Código de Hammurabi, sec. 267).
Se conocen varios casos legales de este período, los cuales se refieren a pastores que habían causado pérdidas entre los rebaños de sus amos, y por lo tanto fueron sometidos a juicio.¹
Labán ciertamente no había actuado rectamente con su yerno cuando requirió de Jacob la paga por los animales robados o dañados del rebaño, no solamente en el día sino también durante la noche.
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¹ C. H. Gordon, "Biblical Customs and the Nuzi Tablets", The Biblical Archaeologist, vol. 3 (1940), pp. 8-9.